domingo, 19 de diciembre de 2010

La ciudad de las Luces


Todavía era de noche cuando desperté, ya había dormido suficiente, pero era muy temprano como para ir saliendo hacia la facultad.
La noche todavía era muy oscura, pero calurosa, abrí la persiana, y hundí mi mirada en la calle, en el exterior.
Todo parecía muy calmo, muy tranquilo, el día aun no comenzaba, pero ahí aparecieron, fue algo muy raro, rápido, dos luces de colores se estrellaron, tenían procedencias distintas.
Yo no las había visto, y seguía sin ver que era eso por completo, apenas dos luces que de vez en cuando iluminaban a la luna, o a mi cara, una era de un verde musgo, pero aun así era brillante, y la otra, era mas amarilla, dorada quizás.
Ahora había solo ruido, eran como pequeños gritos, sensaciones de dolor, quejas, de vez en cuando alguna luz se apagaba, pero al instante volvía, era una guerra sin fin.
Parecía algo interminable, ambas luces eran fuertes y nunca se rindieron, ninguna desistió, la pelea termino en empate, ninguna cayo, ni hizo caer a la otra, ninguna merecía ni mas ni menos, hoy era un empate, par poder volver a verse las luces mañana.
Por hoy todo estaba dicho, nadie tendría la gloria, pero yo si tuve esta noche nunca antes vista.Perplejo quede con la mirada perdida, viendo como la luna decía adiós y se asomaba el sol, ya era hora de irme. El sol iba aclarando todo, y las luces ya extinguidas estuvieron a punto de ser descubiertas.
Sorprendido o no, mis obligaciones me llamaban así que retome mi rutina, me cambie, y baje, todo seguía muy tranquilo en casa, desayune, y salí.
En la puerta descansaban dos gatos, vaya a saber uno de donde venían, parecían cansados, agotados, tenían su piel toda arañada y una sed de moribundos.
No se de donde salio mi amor gatuno pero les alcance un poco de leche, ambos me miraron agradecidos, y me sonrieron, tenían un secreto entre ellos al parecer, sus ojos saltones me lo gritaban, ellos eran otros por las noches, y yo lo sabia.
Guardamos el secreto, guarde la leche, y salí, todavía me esperaba un arduo y caluroso día de viernes en la ciudad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hundí mi mirada en la calle, en el exterior.