viernes, 30 de julio de 2010
Mi Ciudad
La noche estaba como una de esas tantas amadas por los poetas
La luna, redonda, y desolada, estaba ahí, como siempre, junto a mí.
La ciudad estaba, por primera vez, iluminada por esa soledad hecha pelota, y no por sus constantes luces.
Parecía, y era una ciudad distinta, estaba, como pocas veces,
Vacía, nadie me miraba, ni me rondaba, era libre, estaba solo,
Era mi ciudad, nadie la conocía mejor que yo, nadie la quería más que yo, y yo estaba ahí, solo, ella y yo, juntos por siempre.
Me senté mirando al este, mirando como el mar estaba iluminado por la luna, como esta lo protegía.
Siempre me puse a pensar, porque la luna estaba ahí, siempre reposando arriba del mar, que era lo que hacia, con que motivo, ayer llegue a la conclusión.
La luna lo estaba cuidando, el mar odiaba estar a oscuras, odiaba la noche, se sentía tan solo,se sentía tan luna.
Pero ahí estaban los dos, fieles compañeros nocturnos, compartiendo sus soledades, y la mía.
Al final, apareció por el otro lado del horizonte, el Dios más amado, el Dios sol, y ahí estaban otra vez, ocupando, invadiendo mi ciudad y yo, sin nada más que hacer, sonreí al saber que las noches serán siempre mías.
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